Cuando decidí hacer este newsletter, armé una lista de posibles temas de los cuales hablar. Por supuesto, todos tenían que tener alguna relación con los sonidos. Entonces me dije: ¡Pero claro, los elementos! Si hay algo que naturalmente suena, son los elementos.
Así que aquí vamos, en esta quinta entrega voy a arrancar una serie de “cartas” dedicadas a los elementos: aire, tierra, fuego, agua.
Y como no podía ser de otra manera, voy a arrancar por: El Fuego.
¿Por qué no podía ser de otra manera? No sé, el mes de abril siempre lo relaciono con el fuego. Tal vez por una cuestión meramente astrológica, o tal vez porque abril es mi mes, y el fuego siempre me atrajo. Desde chica me la pasaba jugando a quemar cosas, ver hojas u objetos consumirse entre las llamas me hipnotizaba, a tal punto que a los 10 años casi incendio accidentalmente mi casa (pero ese tema lo dejamos para otra oportunidad). Recuerdo perfectamente la primera vez que agarré un papel encendido, sin darme cuenta, y tardar un rato en sentir el calor, observar de pronto como flameaba entre mis dedos, y sólo entonces entender que podía quemarme. Me alucinó, el fuego me envolvía, pero no me lastimaba.
En “Fragmentos de un discurso amoroso”, Roland Barthes habla, obviamente, del amor, de lo que socialmente se espera del amor, y de lo que el deseo nos lleva a hacer en tanto amantes. “El mundo somete toda empresa a una alternativa: la del éxito o el fracaso, la de la victoria o la derrota.”, dice Barthes, y en ese mismo párrafo afirma, a modo de respuesta: “Enfrentado a la aventura no salgo de ella ni vencedor ni vencido: soy trágico. (Se me dice: ese tipo de amor no es viable. Pero ¿cómo evaluar la viabilidad? ¿Por qué lo que es viable es un Bien? ¿Por qué durar es mejor que arder?)”.
En el tarot, el elemento fuego está representado por las varas (o bastos). Las varas nos hablan de creatividad, de pasión, de espíritu.
La Princesa de Fuego es puro instinto, es apasionada, es iniciadora de proyectos. A esa forma de arder, probablemente, se refiera Barthes.
Princesa de Varas diseñada por Marguerite Frieda Harris para el Tarot Thoth de Aleister Crowley.
***
La calle suena
Hay un sonido de la calle que no es de fuego, pero lo trae. Es el sonido que hacen las sirenas del camión de los bomberos cuando van al rescate. Ese es un sonido que me angustia hasta el llanto, incluso cuando no veo dónde están las llamas. El sonido de un incendio es un sonido que incluye gritos, alarmas, y, con suerte, agua apagándolo.
Pero no es el único sonido a fuego que nos podemos encontrar en la calle. Hay sonidos más amables, por suerte.
El del asado que preparan los albañiles en una construcción, por ejemplo. Ese ruidito a carbón chamuscado, a chispas vegetales flotando en el aire y entrando en contacto con las partículas de la carne dorada, jugosa, sabrosa.
Ese es un sonido a fuego que me genera hambre y felicidad.
***
Ver con el oído
Siento desde siempre una profunda atracción por los volcanes. Que la tierra esté ardiendo en su interior y no haya forma de apagarla. Sé que tiene una explicación científica, no me interesa tanto aprenderla. Me fascina el ardor imparable, me hipnotiza ver imágenes de un volcán en erupción, me aterra la destrucción que genera cuando explota.
Werner Herzog sintió algo parecido e hizo dos documentales al respecto.
El primero es de 2016: “Into the inferno” (lo pueden ver en Netflix). En este documental se adentra en un viaje por distintas zonas volcánicas y nos habla del poder natural de los volcanes y su conexión con las prácticas espirituales indígenas.
Son muchísimas las culturas que tienen una relación muy cercana con el volcán. Y algunas, incluso, aseguran que el volcán les habla.
El otro documental en el que Herzog se adentra en el mundo de los volcanes es
“Fire withi in: A requiem for Katia y Maurice Krafft” de 2022 (la pueden ver en Mubi). La película es un homenaje a los vulcanólogos franceses Katia y Maurice Krafft, que murieron el 3 de junio de 1991 a causa de un flujo piroclástico en el monte Unzen, en Japón.
En ambos documentales podemos escuchar en más de una ocasión el ruido del volcán: las explosiones, la lava ascendiendo, luego bajando y consumiéndolo todo, el crepitar de la tierra extinguida por el calor.
Herzog documenta perfectamente bien las pasiones que el volcán despierta, y al mismo tiempo la destrucción que deja a su alrededor.
Creo que nunca podría acercarme a un volcán porque la lava me llamaría hacia ella, me atraería, como si yo misma fuese un volcán en erupción.
***
Una canción
Si ponen la palabra “fuego” en el buscador de Spotify, van a ver que les aparece una lista bastante reducida para mi gusto de canciones cuyo título contiene esa palabra. Pero no elegí ninguna de esas.
Me quedó con esta canción.
“Quemarás” de Wos (con el Indio Solari, sí), habla de la destrucción del fuego, pero en este caso una destrucción necesaria, la de las cosas que ya no van. Quemarlas para dar lugar a lo nuevo.
“Quemarás el dolor
En el fuego más sagrado de hoy
Y buscarás el amor
En un rastro ciego de lo que ya no sos
Y quemarás el rencor
En el fuego de un infierno precoz
Y buscarás esa voz
Que te recuerde para siempre quien sos”
El fuego como sinónimo de resurrección.
***
Un podcast
“Gastropolítica: Canela, fuego y serendipia”
Este episodio de Gastropolítica no nos habla específicamente del fuego, nos habla, como su nombre lo indica, de la canela. Y sin embargo lo elijo porque, al parecer, una y otro van siempre de la mano.
“La canela tiene un origen incendiario.” dice Maxi Guerra, “ardió en el nido del ave fénix, ardió en los funerales del antiguo Egipto en el pasaje de un mundo al otro.” La canela supo ser mucho más que la especia que usamos ahora para condimentar rolls y arroz con leche.
Pero, si además quieren adentrarse en la historia del fuego, de yapa les dejo el episodio 160 de Historia en Podcast.
***
El sonido del fuego nos avisa que hay peligro, que algo se extingue, que la comida está lista.
El sonido del fuego es tan poderoso que no se puede ignorar.
A mi me pasa con el fuego lo mismo que me pasó la primera vez que vi este cuadro de Rothko
Quiero abrazarlo, poseerlo, que todo ese naranja entre en mi, que suene chispeante o furioso según sea necesario, que no me abandone.
Esa es la energía que les invito a activar en abril.
Ese es el fuego que quiero encender.
***
Si llegaste a este newsletter de casualidad te podés suscribir acá
Si te gustó lo podés compartir
Y también podés dejarme sugerencias y comentarios
Error en la expresión LaTeX — expresión no encontrada.
¡Absolutamente maravilloso!